puedo escuchar
el
¡crack!
como
quebrarme
viernes, 26 de septiembre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
lunes, 22 de septiembre de 2014
Splendor - Wait
Antes, cuando vivía allá y me quedaba dormida, mi la hora más bacán del día era siempre esta. Alcanzaba a ver por la pequeña franja de paisaje que quedaba entre los edificios vecinos que el sol estaba a punto de ponerse, y en treinta segundos ya tenía la ropa puesta, la cámara y el mp3 en la mano, y las zapatillas a medio entrar. Agarraba corriendo las llaves, y una vez fuera del departamento le pegaba al botón del ascensor hasta que se abriera una de las puertas. Esos asensores andaban tan rapido, que en un par de segundos los veintitantos pisos se hacían nada. Al abrirse la puerta, corría a la izquiera, siempre segura de entrar a la segunda puerta. Una, dos, escaleras con el aire helado de las "alturas", izquierda, izquierda, puerta a presión, y una bocanada de aire húmedo. El ruido de los ventiladores se perdía rápido, y al caminar a la derecha, llegaba finalmente al mirador. Mi mamá siempre se jactaba de que ese era el departamento más alto del plan de viña, y era como mentira porque no estoy segura de que donde está se le pueda llamar "plan".
No sé si vi atardeceres más bonitos que allá. No sé cuántas fotos tomé al mismo paisaje, con el mismo sol, y el mismo mar, o cuántas canciones escuché muerta de frío, apoyada en la baranda que me quedaba justo a la altura de la cara. Estoy segura que fueron una cachá.
Ahora, el momento que más odio, el que espero todo el día con miedo, es el atardecer. Si tuviera que escoger una sola imagen para describir mi ansiedad, sería el cerro, con las casas anaranjadas por la luz proyectando sombras negras, recordándome que es otro día que voté a la basura, otro día más perdido, otro que suma otro, que suma otro, que suma otro hasta el día que me muera. Ni siquiera alcanzo a ver el horizonte desde acá. Sé que es super tonto, pero saber también cada brillo en la quebrada es un atardecer que me pierdo, me pone ya en lo último de lo peor.
No sé si vi atardeceres más bonitos que allá. No sé cuántas fotos tomé al mismo paisaje, con el mismo sol, y el mismo mar, o cuántas canciones escuché muerta de frío, apoyada en la baranda que me quedaba justo a la altura de la cara. Estoy segura que fueron una cachá.
Ahora, el momento que más odio, el que espero todo el día con miedo, es el atardecer. Si tuviera que escoger una sola imagen para describir mi ansiedad, sería el cerro, con las casas anaranjadas por la luz proyectando sombras negras, recordándome que es otro día que voté a la basura, otro día más perdido, otro que suma otro, que suma otro, que suma otro hasta el día que me muera. Ni siquiera alcanzo a ver el horizonte desde acá. Sé que es super tonto, pero saber también cada brillo en la quebrada es un atardecer que me pierdo, me pone ya en lo último de lo peor.
viernes, 19 de septiembre de 2014
No sé
si realmente tengo algo que decir...
no quiero seguir avanzando, quiero quedarme por siempre durmiendo en esta noche....
no quiero seguir avanzando, quiero quedarme por siempre durmiendo en esta noche....
domingo, 14 de septiembre de 2014
pulsiones
Sentada en las sillas con mesas típicas de la U, pero en una sala completamente distinta, siento como se nubla mi cabeza y caigo a piso, con la vista en negro y sin poder cerrar los ojos. Tengo los brazos arriba de mi cabeza, como protegiendola de alguna caída, pero en el suelo lo único que siento es lo que sale de mis oídos, que empieza a empapar mi pelo y mi cara. No escucho nada, y despierto, ahora en mi cama y en la oscuridad de mi pieza, sin poder mover los brazos, que siguen arriba y en una posición no completamente natural. Pienso que vuelvo a estar despierta a medias, con la conciencia prendida pero el cuerpo dormido, hasta que empieza a temblar y compruebo que no hay un solo musculo de mi cuerpo que esté apto para moverse. Espero, viendo con los ojos medio abiertos como todo en mi pieza se cae, y sintiendo al pequeño edificio sacudirse a los lados cada vez más fuerte. En un segundo, recuerdo el terremoto del sur y la señora que contaba cuando se había caído su edificio en concepción, ese caso famoso porque fue prácticamente el único edificio que se cayó completamente, desplomado cual histérica con ataque. Me acuerdo la pena que le daba, el llanto con el que contaba que ella pensaba que el mundo entero se había caído, y había salido del edificio para darse cuenta que ellos eran los únicos. Veo la silueta de mi hermano abrir la puerta y gritarme algo, pero con el ruido del edificio no lo escucho. Ruego que tenga la sensatez de sacudirme para sacarme de la catatonia del sueño a medias, pero sale corriendo en dirección contraria, y me quedó ahí, con los brazos chuecos sobre la cabeza, sintiendo como la construcción se ladea lentamente, buscando con más persistencia el abrazo de la calle.
Ya no hay nada que hacer; en un par de segundos estoy de cabeza y voy a alta velocidad, dentro de la seguridad de mi pieza, a estrellarme contra el suelo, a varias decenas de metros del asfalto. No recuerdo qué alcancé a pensar. Creo que en que la señora sobrevivió, pero que yo no soy de las que sobreviven, ni de las que cuentan sus historias. Siempre me fui antes de las fiestas, y me dio mucha pena tener que morirme una vez más.
Para cuando volví a despertar, por segunda vez en esa estúpida línea, el dolor en mis brazos y el resto de mi cuerpo era tal, que ni siquiera pude bajarlos del enredo en el que estaban arriba de mi cabeza, y me quedé ahí, agitada y llorona por enésima vez, con el miedo infantil de no querer volver a dormir.
sábado, 13 de septiembre de 2014
martes, 9 de septiembre de 2014
sábado, 6 de septiembre de 2014
The Eraser
Soy la reina de perder las agujas en la cama, es por eso por lo que ya no quiero dormir más (acá)
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Yo no fumo
Hay algo raro en que hayan pasado tres días y siga (intermitentemente) lloviendo. La niña interna que tengo todavía no se aguanta de meter las botas en el agua, y por algo me compré botas de lluvia hechas de escarcha dorada.
Quise compartir la lluvia, caminar en la lluvia, como caminaba la Carla chica que vivía en Copiapó y contaba con los dedos de una mano las veces que llovía, y iba y se metía con las zapatillas al agua, si total estaba a cuadras de la casa y no me iba a pasar nada. Abría la boca para comer agua del cielo, y mi mamá me retaba porque con la contaminación de Paipote, decía que el agua estaba llena de mugre. Yo encontraba rica el agua de la llave así que no entendía muy bien de qué estaba hablando.
Y ayer me fumé un cigarro, esperando. Me sentía un poco tonta, con vergüenza, con el cigarro en la mano y hedionda a humo. El cigarro se consumió a la velocidad de la luz, y yo esperando, algo, cualquier cosa, decidí irme antes de que se terminara, y caminé, con el cigarro en la mano, como un disfraz, para que la gente no viera que había estado esperando, sola, a que algo pasara, cualquier cosa digo, un golpe que me sacara de la inercia (preferentemente mecánico, paf!)
No pasó nada, obvio, y todavía ando vueltas con la cajetilla en la cartera, por si tengo que poner una pausa y soñar con un golpe, otro golpe, un golpe más.
Quise compartir la lluvia, caminar en la lluvia, como caminaba la Carla chica que vivía en Copiapó y contaba con los dedos de una mano las veces que llovía, y iba y se metía con las zapatillas al agua, si total estaba a cuadras de la casa y no me iba a pasar nada. Abría la boca para comer agua del cielo, y mi mamá me retaba porque con la contaminación de Paipote, decía que el agua estaba llena de mugre. Yo encontraba rica el agua de la llave así que no entendía muy bien de qué estaba hablando.
Y ayer me fumé un cigarro, esperando. Me sentía un poco tonta, con vergüenza, con el cigarro en la mano y hedionda a humo. El cigarro se consumió a la velocidad de la luz, y yo esperando, algo, cualquier cosa, decidí irme antes de que se terminara, y caminé, con el cigarro en la mano, como un disfraz, para que la gente no viera que había estado esperando, sola, a que algo pasara, cualquier cosa digo, un golpe que me sacara de la inercia (preferentemente mecánico, paf!)
No pasó nada, obvio, y todavía ando vueltas con la cajetilla en la cartera, por si tengo que poner una pausa y soñar con un golpe, otro golpe, un golpe más.
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