De cuando te gustaba escribir, cuando nos gustaba sentir como toda la basura se iba lentamente en los golpes de los dedos contra teclado. En estos días, me duele la mandíbula en la tarde; el calor, el sueño, la ansiedad, este colet que me hace doler en la coronilla, hacen que tenga un dolor de cabeza raro, de esos que no sabes si reírte, o llorar, o pintar o dormirte. Tenía ganas de escribir, en todo caso. Hace mucho que no lo hacía. Ni siquiera para mí, como el bloqueo ese del dibujante -no que lo hubiera sido, pero-, pero este es peor. Se me habrá pasado el otro entonces? Tengo que recordarme a mí misma, comprarme óleo, agarrar algún cartón viejo y ponerme a pintar. Me acuerdo de las pinturas que se me perdieron en el colegio, me da pena, porque eran de las pocas con las que había quedado contenta. Tengo que leer, pero la verdad no me está dando el ánimo. Esta casa me recuerda cosas, en su mayoría asquerosas. Los mismos días calurosos, esas nauseas, y el hambre, un hambre constante, abrasadora, pero que era como la forma perfecta de pasar la pena que estaba sintiendo en ese momento -pena que no se va, no se va-, sentimiento de mierda, satisfactorio. No quiero seguir jugando a las excusas ¿Nunca has hecho algo por que sí? Quiero dejar tanto límite, quiero ser, así no más. [Pero]. Hola, ¿ayúdame? Creo haberte pedido ayuda ya demasiadas veces. Hay cosas que amo de tí, no quiero hundirte, hay cosas que amo, sí ["sísisisi"], ya voy a encontrar la manera de que lo entiendas -por ahora da lo mismo-.
Creo que necesito con desesperación salir de aquí. No de aquí, pero de esto, de esta [imitación de] vida.
Me río sola de las cosas que pienso, son como chistes internos, pero en serio. Creo que a pesar de todo, tengo ánimos. Ya encontraré algo, por ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario