domingo, 9 de noviembre de 2014
Otra vez
me remuevo en el asiento, nerviosa, aireada, cansada y ansiosa por sobre todo. Si dijera que cada vez que pasa es peor sería mentira: cada vez es exactamente igual. ¿Cuánto crees que puedo seguir así? Me pillo con la garganta apretada, escribo rápido tratando de retener las ideas, de no dejarme llevar por la pena, y hago todo lo que me es físicamente posible para no llorar. No es tan terrible, solo pasa una vez más, y otra vez, y otra vez, y las lagrimas que se me atoran detrás de los ojos ya dejan de ser rabias de pena, o de rabia, o de frustración; ya son lágrimas de pura impotencia, de ver pasar cada cierto tiempo la misma escena, en el mismo escenario, los mismos actores, y nada cambia, ni en 1 ni en 4 ni en mil años. ¿Qué parte de esto me hago a mi misma? ¿De verdad son tan pocas las opciones que me quedan? Qué paja, qué paja esto.
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